miércoles, 1 de abril de 2015


La marcha


El acto de la marcha organizada por el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia debe interpretarse como una demostración mediática de unidad social cuyo objetivo central de la administración del Órgano Ejecutivo era ubicar en las consciencias individuales, entre variados pero menos relevantes puntos, una actitud de voluntad de intervención adecuada a solucionar la relativa problemática de seguridad nacional que [de]genera en corrientes de opinión unilaterales para las cuales las sensaciones de miedo e incertidumbre resultan determinantes en la estructuración de las transacciones de la vida en sociedad. Así entonces debe valorarse de mejor precisión la segunda suposición del tercer párrafo de la columna del docente e investigador Mauricio Manzano (intitulada Marcha por la paz y la justicia: una lectura política [Voces, 2015, 25 de marzo]) ya que calificar el actual escenario de violencias sociales como un conflicto social de mayor crueldad jamás conocido carece de fundamentos socio-históricos, además que los recientes comicios electorales no se encuentran determinados en una crisis de condiciones alarmantes, sino más bien contaminados por las insinuaciones de ilegalidad de los institutos político-partidarios que desesperados lideraron climas y corrientes de opinión dañinas a la imagen del Tribunal Supremo Electoral, especialmente al presidente del mismo.

Las diferentes corrientes de opinión encaminadas al análisis de la Marcha por la Vida, la Paz y la Justicia no se han detenido en analizar críticamente el discurso del jefe de Estado sino más bien los distintos columnistas han contemplado elementos triviales encaminados a la falta de lógica argumentativa (tales son los casos objetivos del Dr. Roberto Montoya Argüello quien se escandalizó por el equívoco acto de cantar las notas del Himno Nacional con la mano izquierda de algunos funcionarios [La Prensa Gráfica, 2015, 31 de marzo], o los seis puntos del Dr. Mauricio E. Colorado que de los cuales acaso el quinto podría haber logrado mayor cohesión lógica [El Mundo, 2015, 30 de marzo], así mismo Juan Héctor Vidal perdió el rumbo de la intención de sus ideas sin aterrizar en concreción alguna [La Prensa Gráfica, 2015, 30 de marzo]).

Así entonces con la afirmación de Salvador Sánchez Cerén de “que no vamos ceder ni un solo espacio a la delincuencia” exaltando la unidad social, el enfoque de seguridad integral de la administración actual comprende que la cohesión ciudadana es un instrumento indispensable para permitir que el Estado legitimado controle los índices de violencia. Por ende al apoyar de forma unánime al quehacer gubernamental, SSC logró proyectar el fantasioso discurso que elaboraría acompañándose de cursilería esperanzadora.

Más allá de la búsqueda del soporte político que sugiere Manzano, la intención de la Marcha por la Vida, la Paz y la Justicia es el resultado de una improvisada y poco ideada estrategia de acción-comunicativa para evidenciar que las políticas integrales de seguridad ciudadana-nacional deben homogenizarse en la idea común de que el Estado sí enfrenta y organiza sus actividades para la consecución de la justicia, de la seguridad jurídica y del bien común.

Ricardo Paniagua
Profesional docente e investigador, teórico social, traductor.
Twitter: @ricardopaniagua
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